Origen y crisis de un proyecto urbano

Campana: la Manchester argentina 1875-1926

Los escenarios y límites del desarrollo industrial de Campana pueden ser analizados desde los mismos albores de su historia. El loteo de Campana en 1875 se dio en el marco de profundas transformaciones que se vivieron en múltiples dimensiones: a nivel mundial con la consolidación de una división internacional del trabajo que condicionaría el desarrollo de la economía nacional. En el territorio local esto tendría consecuencias indelebles: el surgimiento de un enclave portuario, ferroviario e industrial como nunca se había registrado, y que no tardaría en mostrar tanto sus potencialidades como sus más gravosas contradicciones.

Por Oscar Trujillo.

Campana: la Manchester argentina 1875-1926

Los Costa: de productores rurales a empresarios inmobiliarios

El loteo del pueblo de Campana, efectivizado con la publicación del plano diseñado por el ingeniero Carlos de Chapeaurouge en 1875 significó un hito fundamental en nuestra historia local y regional. Más allá de sus modernas lineamientos y proyección de arterias y plazas, se trataba del primer diseño urbanístico de la región realizado teniendo en cuenta dos elementos que, desde el momento y por muchos años, se constituyó en uno de los más importantes ordenadores espaciales: la salida fluvial y el trazado del ferrocarril.

En otros trabajos hemos desarrollado la hipótesis de que fueron esos factores -puerto y ferrocarril-, los que explican el loteo del pueblo. Por supuesto que esa iniciativa no hubiera sido posible -ni rentable- si otra condición no se hubiera impuesto como factor condicionante: la crisis del proyecto rural innovador en que los hermanos Costa habían invertido buena parte de la fortuna familiar. La crisis de 1874, sin duda, fue entonces el empujón definitivo que la posibilidad de aprovechar la confluencia de esos dos factores preexistentes para el inicio de un negocio inmobiliario en el que transmutación de suelo rural por urbano implicó un salvataje sustancial para los Costa y sus herederos.

Paralelamente a la oportunidad de negocios que para muchos exponentes de la clase terrateniente significó este período transicional, y que para los Costa implicaría no sólo la mutación de la naturaleza de su emprendimiento rural en uno inmobiliario e industrial, las implicancias políticas de semejante proceso transformador también dejarían profundas huellas en la familia patricia y en la configuración del mapa político local.

Y es que mientras el negocio familiar mudaba de sentido, el espacio en el que se había planificado un establecimiento modelo para la producción de lana ovina, combinando las ventajas naturales del enclave fluvial con decisivas innovaciones tecnológicas (la introducción de nuevas especies de ganado, técnicas de cultivo y procesamiento de la producción, la introducción del alambrado para organizar y optimizar la producción, la puesta en marcha de una grasería, etc.) debió atravesar otra y más decisiva transformación: el surgimiento de un pueblo.

El puerto de Campana sigue siendo hasta hoy uno de los más activos de la Argentina

Más allá de las implicancias materiales de semejante hito histórico, el modernísimo loteo del pueblo de Campana sirvió no sólo de marco espacial para el surgimiento y consolidación de una nueva sociedad -a diferencia de otros pueblos de la región, el de Campana no era un pueblo con antecedentes previos, con antecedentes coloniales como Baradero, Exaltación de la Cruz o Zárate- sino el resultado de una serie de variables coyunturales novedosas: el poblamiento del flamante proyecto urbano convocaría no sólo a migrantes internos, sino también a numerosos inmigrantes europeos, exponentes de ese aluvión migratorio que caracterizaría el pasaje de un siglo a otro. Y sobre ese desembarco humano, otro de carácter decisivo: una serie de inversiones industriales que forjarían el destino industrial de lo que luego sería definido como la “Manchester argentina”.

La Manchester argentina

Meses después de la puesta en venta de los terrenos del pueblo en abril de 1875, amparada en la visionaria sentencia de que “El comercio inglés, que nunca se equivoca, ha elegido al puerto de Campana como el futuro puerto de Buenos Aires”, quedaba inaugurada la línea férrea que uniría Campana con Buenos Aires. Desde ese momento, los buques a vapor complementarían el transporte de mercancías y pasajeros con el litoral más profundo, mientras que el ferrocarril complementaría esas comunicaciones con la todavía capital de la Provincia. Poco tardarían en llegar inversiones industriales más complejas, que culminarían por modelar la nueva sociedad como un novedoso enclave portuario e industrial. Fábricas de cerámicas y ladrillos, papeleras, molinos y una destilería de alcohol, serían acompañados por el frigorífico de capital británico River Plate fresh meat company, la radicación más trascendente de la época.

Para el cronista de Caras y caretas, Campana era un auténtico exponente de esa Argentina moderna

La fisonomía del nuevo pueblo serviría también como marco para el desarrollo de una serie de elementos peculiares, como la conformación de una identidad cultural profundamente cosmopolita. Tradiciones, lenguas, religión y costumbres de regiones tan distantes como Italia, España o Gran Bretaña o distintos orígenes provinciales, encontraron en este rincón del antiguo pago de Exaltación de la Cruz un destino de intenso mestizaje.

Fábricas de cerámicas y ladrillos, papeleras, molinos y una destilería de alcohol, serían acompañados por el frigorífico de capital británico River Plate fresh meat company, la radicación más trascendente de la época.

Aunque hay indicios de la práctica de servicios religiosos en las instalaciones linderas a la residencia de los mandos jerárquicos del frigorífico, para 1903 la grey evangélica adquirió un céntrico terreno para la construcción de su templo. Mientras el culto religioso sumaba creyentes incluso entre la población criolla, un club náutico -el Campana Boat Club-, florecía a orillas del Paraná y por lo menos dos clubes de fútbol sentaban las bases del popular deporte que no tardaría en ser adoptado por los nativos: el “Buenos Aires and Rosario Railway” integrado por trabajadores ferroviarios y el “Reformer” que reclutó en sus filas a ingleses del frigorífico.

Cuando pase el temblor. Crisis y colapso del primer desarrollo industrial local

Las bases sobre las que se cimentaron el desarrollo industrial del nuevo pueblo y puerto de Campana, parecían ser sólidas. Tan promisorio se vislumbraba el futuro del otrora establecimiento rural de los Costa, que en apenas una década de existencia, una temprana, pero decidida y poderosa élite local, iniciaba con éxito el proyecto autonomista que lograría la creación de un nuevo municipio cuyo nombre, Campana, no sólo recordaba el antiguo topónimo del rincón colonial, propiedad a mediados del siglo XVIII del mercader andaluz Francisco Álvarez Campana, sino también el del pueblo que se coronaba como un nuevo distrito que convertía al de Exaltación de la Cruz en una jurisdicción mediterránea que perdía así su salida fluvial. Aduana y puerto; Ferrocarril y talleres ferroviarios; industrias y talleres fueron el ornamento ideal para otras pretensiones de aún más alto vuelo, como la que convirtió a Campana en candidata a ser la capital provincial, luego de la federalización de Buenos Aires en 1880, selección que, aun cuando implicó el triunfo de la propuesta de creación de una nueva ciudad para ser la capital bonaerense, La Plata, refrendaba a las claras la alta estima que la moderna ciudad tenía para la clase dirigente de la época.

Hasta el cierre del frigorífico, Campana fue un polo de atracción de industrias de todo tipo.

Pero si la crisis de 1874 había servido de impulso para la reorientación del destino productivo de Campana, ella misma y las sucesivas crisis que azotaron a una economía dependiente de variables económicas internacionales, regionales y nacionales tan cambiantes y traumáticas, sensible en extremo a los vaivenes de los precios internacionales de la producción primaria, sacudieron los principios basales del proyecto urbano e industrial local. Por caso, la coyuntura de 1874 obligó al dueño de la concesión del proyecto ferroviario, el empresario suizo Guillermo Matti, a vender a una sociedad de capital inglés el proyecto.

Más tarde, la terrible crisis de 1890 dio por tierra las proyecciones del nuevo emprendimiento inmobiliario de los Costa. La crisis generalizada se encargó primero de pinchar la burbuja de especulación financiera y arrastrar a la ruina a varias de esas empresas constituidas al calor de esa fiebre (los Costa habían puesto en marcha las denominada Sociedad Ciudad y Puerto de Campana en 1889, que sería disuelta en 1892, con el objeto de alentar inversiones de todo tipo en el naciente partido). El sombrío panorama no sólo implicó el desmoronamiento del poderío económico de la familia fundadora -y de su círculo más íntimo de allegados-, sino que sería el anticipo de su irreversible retroceso político en manos de sus opositores políticos a nivel nacional, provincial y local. En 1887 Martín Castilla se convertía en el primer intendente electo de Campana.

Pero mientras el distrito podía resistir las réplicas de los temblores de la economía mundial y nacional, el golpe definitivo al proyecto industrial originario llegaría hacia 1924, cuando el incendio del frigorífico puso fin a las operaciones del principal empleador de la localidad.

El inicio del nuevo siglo seguiría alentando, sin embargo, la radicación de nuevas industrias. Por un lado, tres pioneras del refinamiento de petróleo: la Compañía Nacional de Aceites (1906), la West India Oil Company (1911) y la Itaca (1919). Sumadas a otras radicaciones industriales, sostendrían ese viento de cola que permitiría al distrito mantener el perfil fabril de sus orígenes.

Pero mientras el distrito podía resistir las réplicas de los temblores de la economía mundial y nacional, el golpe definitivo al proyecto industrial originario llegaría hacia 1924, cuando el incendio del frigorífico puso fin a las operaciones del principal empleador de la localidad. De esta manera, la crisis que a fines de la década se convirtiera en un verdadero hito de la historia económica argentina, en Campana, las claves del desastre económico se anticiparon un lustro. Luego del cierre del establecimiento, y por más de dos décadas, la actividad económica y la dinámica demográfica se ralentizó hasta niveles catastróficos, incluso después de la relativa recuperación económica que para 1934 parecía augurar la recuperación de la actividad económica nacional, en Campana esa reactivación debió esperar al proyecto reindustrializador del peronismo para retomar la senda del proyecto industrial originario.

Publicado el 1 de febrero de 2024

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